Ed y Lorraine Warren, protagonistas de las películas Expediente Warren I y II (The Conjuring), se definían como investigadores paranormales.
Lorraine Warren (1927) tuvo su primer contacto con el mundo paranormal a los 7 años. Estudiaba en un colegio católico cuando fue capaz de ver el aura de las monjas. «Como era muy pequeña no sabía que eran esas luces. Recuerdo que una vez le dije a una monja de mi colegio: “Tus luces son más brillantes que las de la madre superiora”, y ella me contestó: “¿De qué luces estás hablando? Me mandó a penitencia a rezar porque pensó que le estaba mintiendo». Durante mucho tiempo, mantuvo en secreto su habilidad.
Ed Warren (1926-2006) vivió hechos inexplicables durante su infancia. De madrugada, las puertas de su armario se abrían de repente y daban paso a luces y rostros, en especial el de una anciana enfadada. «La habitación se llenaba de un frío glacial y se escuchaban pisadas y susurros, a los pocos minutos estaba durmiendo en la cama de mis padres. Crecí sin entender qué era aquello».
La pareja se conoció en el teatro en el que Ed trabajaba de acomodador. «Cuando nos hicimos novios me decidí a contarle que había visto fantasmas y apariciones cuando era niño. Pensé que seguramente se iba a reír y me iba a tomar por un loco, pero ella me contestó que también tenía un secreto: era médium y clarividente, y había visto fantasmas igual que yo, y además podía hablar con ellos. En ese momento me pareció que el destino nos había reunido».
Juntos descifraron numerosos casos paranormales por todo el mundo, como el de la muñeca Annabelle o la casa de Amityville. Los objetos malditos de sus numerosos casos se guardan en el Museo del Ocultismo, ubicado en Connecticut.
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